Por Leonardo Wagner (*)
La historia de la industria en Argentina es una sucesión constante de eventos desafortunados y nunca resultó independiente, sino que estuvo atada no sólo al panorama social interno, sino también a la fluctuante coyuntura externa.
Juan Bautista Alberdi escribió en su obra Estudios Económicos que la industrialización es pilar del desarrollo de la Nación. En nuestros país, la actividad industrial vista como elemento de tracción del desarrollo económico siempre fue un objetivo en las épocas de los albores de la República. No obstante, para poder implementarlo, se debía vencer: la falta de organización nacional, es decir, seguridad jurídica para poder conformar capital industrial y, una vez que se consolidara la conformación del tesoro y del capital industrial, se necesitaba mano de obra calificada por lo que la educación resultaba fundamental, como también la infraestructura (construcción de caminos, puertos, entre otros)
La historia fabril de nuestro país sufrió muchos estancamientos, principalmente en la época de la colonia. La primera valla a traspasar fue la necesaria organización nacional que se comienza a gestar a partir de la sanción de la Constitución Nacional, en 1853, pero recién hasta 1880 no se logró un mejor ordenamiento institucional. No es casual que a partir de ahí se aceleró el proceso de industrialización, jugando un papel destacado la Unión Industrial Argentina, que llevó adelante las primeras estadísticas de producción manufacturera del país.
Lo escrito hasta ahora no parece ser historia, ya que nos encontramos limitados por las mismas anclas de hace más de un siglo: falta de capital y de seguridad institucional y jurídica, falta de educación y escasez de mano de obra capacitada, siendo nuestra industria una economía primaria sin desarrollo de subproductos, fuera de los comodities o tecnología.
Nuestro pasado es nuestro presente, pero persigamos que no sea nuestro futuro. Esta misión no es sólo trabajo de los industriales; la sociedad entera debe alinearse bajo esta bandera, para lograr que no haya escisión entre industria y el desarrollo del país.
Sabemos lo que hay que hacer para la industria que viene. Los industriales sólo necesitamos reglas claras para sostener la inversión necesaria cuyo capital estaría disponible inmediatamente si se advirtiese que se ha tomado la decisión de ir hacia el camino del desarrollo.
Hoy atravesamos una nueva revolución industrial, la Industria 4.0 no es sólo una industria automatizada que busca maximizar la eficiencia mediante la agilidad y versatilidad que le proporciona la tecnología, sino que también debe estar en armonía con la sustentabilidad del medio ambiente y con la exaltación de la personas que la ejecutan, como centro de gravitación de agregado de valor.
Tenemos una nueva oportunidad como sociedad de comprometernos en este sentido en la pos pandemia COVID -19; propongamos hoy romper definitivamente con nuestro parálisis de paradigma industrial.
(*) Presidente de Infraestructura y Parques Industriales de UIPBA, vicepresidente de la Unión Industrial de Quilmes, director ejecutivo de Parque Industrial La Bernalesa.
Quilmes, Noviembre de 2020.