El 2020 nos encontró con un nuevo gobierno que se hacía cargo de un Estado que prácticamente no tenía un indicador que no dejase ver el impacto de una recesión de más de dos años:
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- El producto interno bruto (PIB) había caído un 2,5% en 2018 y un 2,2% en 2019.
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- El índice de precios al consumidor saltó al 47,6% en 2018 y se aceleró al 53,8% el año pasado.
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- La actividad industrial cayó 5% en 2018 y se derrumbó un 6,4% al año siguiente.
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- En dos años de recesión, la tasa de pobreza se disparó casi diez puntos porcentuales, hasta tocar el 35,5% en el segundo semestre de 2019.
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- El nivel de endeudamiento del Estado creció astronómicamente y, si bien aumentaron las reservas, ellas se diluyeron rápidamente generando una amenaza de cumplimento regular de las obligaciones de la deuda.
Un golpe de gracia llamado COVID-19
Con una economía en recesión y la soga al cuello en materia de deuda, en los primeros dos meses del año, Argentina aspiraba al menos a desacelerar el nivel de caída este año. Pero en marzo, la pandemia del coronavirus irrumpió como factor inesperado y el Gobierno tomó drásticas medidas sanitarias para evitar una ola de contagios, lo que supuso una parálisis económica de grandes dimensiones.
Con menos ingresos y mayores gastos para hacer frente a la crisis sanitaria y los efectos graves del confinamiento sobre el tejido económico y social, las cuentas públicas acusan un sensible deterioro y se descuenta que el PIB caerá fuertemente este año.
La acción después del golpe
Hasta aquí algunos de los grandes hitos que enfrentamos este pasado 2020: pasamos de la languidez económica a la desesperación de lo desconocido en cuestión de horas, nunca antes enfrentamos algo igual.
A pesar de todo, los industriales en la argentina dimos pruebas de que somos seres resilientes; inmediatamente nos agrupamos y comenzamos a trabajar en red, coordinamos en días la puesta en marcha de toda la industria esencial para enfrentar la crisis, fortalecimos las cadenas logísticas y el abastecimiento, coordinamos con los trabajadores protocolos de acciones seguras, implementamos el trabajo a distancia, mejoramos los procesos operativos para minimizar la exposición al virus entre otras tantas acciones más.
Sí, hicimos todo eso y mucho mas, demostramos que podemos trabajar en coordinación con los gremios y el Estado, paulatinamente se fueron incorporando actividades industriales y nos perfeccionamos constantemente.
Sí, muchas cosas se pudieron hacer mejor pero la incertidumbre y la imperfección da más valor a todo lo hecho. El sector público, los trabajadores y privados dieron lo máximo.
Demostramos que los agrupamientos industriales potenciaron la acción industrial y en esta línea el Estado habilitó la actividad de toda industria radicada en ellos, sea o no esencial. Y nos convencimos de que la actividad industrial en Argentina, en un futuro cercano, debe ser ejercida dentro de un agrupamiento industrial, ya que es ahí hacia donde va el mundo.
Si bien debemos enfrentar momentos aún difíciles soy muy optimista, porque empezamos a ver qué:
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- La capacidad instalada industrial a nivel general viene en aumento, para octubre pasado se registró un 61.8 de ocupación, destacando el sector metal mecánico ( 81.2 % de ocupación)
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- El EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) se está recuperando.
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- Se ha logrado una negociación de gran parte de la deuda.
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- El sistema sanitario no ha sido desbordado y el arribo de las vacunas cortaría o morigeraría los aspectos económicos negativos de una segunda ola de contagios.
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- El estado en su triple nivel de gobierno (Nación, Provincia y Municipio) han encarado políticas de contención de las Pymes en general y en especial de aquellas de origen industrial.
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- Se están estructurando líneas de crédito para dinamizar la industria Pyme y los Parques industriales en especial.
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- Se ha relanzado el Programa Nacional de Desarrollo de los Parques Industriales, advirtiendo que son el futuro en el ejercicio de la actividad industrial.
Tibiamente empezamos a subir esta pendiente, demostramos que somos capaces de dejar de caer y comenzar a transitar el camino de la recuperación del tejido productivo.
El 2021 nos encontrará más fuertes, trabajando en una nueva red con el sector público y los trabajadores cada vez más sólida que nos proporcionará el sustento para seguir avanzado en la construcción de mejores productos y servicios , mejores empresas y mejores personas. Deseo que este camino no se detenga.
Leonardo Wagner, director ejecutivo de PILB (*)
(*) Leonardo Wagner es abogado, con orientación económico empresarial, postgrado en Especialización en Derecho Tributario (UBA) y “magister” en la Maestría en Administración de Empresas (MBA), de la Escuela de Negocios de la UADE. Presidente del departamento de Infraestructura y Parques Industriales de UIPBA y vicepresidente de la Unión Industrial de Quilmes. Emprendedor, consultor, asesor de empresas y pymes. Socio fundador de GW Abogados y director ejecutivo de Parque Industrial La Bernalesa y Valot SA. Experto en la planificación legal, contable, operativa y desarrollo de nuevos proyectos. Expositor en conferencias y capacitaciones sobre formación, organización y dirección general de pequeñas y medianas empresas. Colaboró en medios de comunicación sobre temas vinculados a las empresas y a la industria argentina.
Quilmes, Enero de 2021.