Esta semana se celebró el Día de la Industria en Argentina y la fecha nos invita a reflexionar y recordar que la industria es el pulso de nuestro país y que no se trata solo de una fecha más, sino de una reafirmación de que la actividad, con su complejidad y desafíos, es la base para el desarrollo de la sociedad.
Por eso considero importante destacar que uno de los factores del crecimiento de la Argentina, como lo son las PyMEs, se ha visto condicionado por un fenómeno urbano que ha llevado a que más de la mitad de las pequeñas y medianas empresas del Gran Buenos Aires se radiquen en zonas no aptas para la producción industrial. La expansión de las ciudades estranguló a las fábricas, derivando en conflictos y problemas de infraestructura que hoy limitan su crecimiento. Estas empresas se ven impedidas de crecer por distintos factores: la falta de calles aptas para el tránsito pesado, denuncias de vecinos y un colapso en el suministro de servicios esenciales. Esta tensión urbanística, que se repite en todo el conurbano, nos obliga a buscar soluciones concretas.
Es en este contexto que la re funcionalización de fábricas en desuso y el desarrollo de parques industriales cobran una relevancia vital. El caso del parque industrial Bernal o el predio de La Bernalesa, este último un gran caso de éxito digno de imitar, son ejemplo a seguir. Hemos recuperado espacios industriales icónicos para devolverles a los vecinos de Quilmes polos productivos. Este tipo de iniciativas son la respuesta a la necesidad de reordenar la actividad industrial en nuestra región, generando nuevos metros cuadrados de uso.
El camino no es simple, y a menudo se nos presenta la disyuntiva del “todo o nada”. Pero es insostenible subordinar el desarrollo de nuestra industria a las leyes del mercado sin un gradualismo que permita su consolidación. Si bien enfrentamos desafíos como la escasez de insumos, el aumento de costos y la falta de financiamiento, el mundo también nos abre un escenario favorable. La búsqueda de un abastecimiento seguro y la necesidad de relocalizar procesos productivos nos colocan en una posición de oportunidad.
Vale la pena recordar que la industria argentina está lista para correr la carrera de los 100 metros con vallas, pero necesita hacerlo en igualdad de condiciones. No podemos esperar competitividad si nos exigen saltar obstáculos usando zapatos de buzo, una metáfora clara de la pesada carga fiscal que enfrentamos. El impulso productivo requiere reglas justas y un entorno que promueva el desarrollo, no que lo limite con trabas desproporcionadas. Por eso, abogar por una menor presión impositiva y mayor previsibilidad es clave para que nuestras empresas desplieguen todo su potencial.
En este Día de la Industria, celebremos la vitalidad y la esperanza de un sector consciente de sus debilidades y atento a sus amenazas. Los argentinos, con esa pulsión irracional a no bajar los brazos, que tanto nos caracteriza, marcamos un diferencial. Sigamos trabajando juntos para construir una industria que genere la riqueza que nuestro país necesita, y que, con resiliencia y optimismo, nos lleve por un camino de crecimiento progresivo.
Leonardo Wagner, director comercial de Parque Industrial La Bernalesa y planificador de Parque Industrial Bernal. Integrante UIPBA y la Unión Industrial de Quilmes.
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Quilmes, septiembre de 2025