Por Leonardo Wagner (*)

Recuerdo una nota que leí hace un tiempo en donde se compartían situaciones de distintas PyMEs. Me llamó la atención la de un empresario que tenía una fábrica de conservas. Este hombre contaba que la factura de gas del último mes había tenido un aumento interanual de 700%. Me impactó lo que dijo: “Mientras nuestros políticos luchan por un banquillo, los empresarios se quedan solos en medio de la jungla energética”.

Esto me llevó a reflexionar sobre nuestra industria nacional: día a día, quienes nos ponemos al frente de nuestros “fierros” y tratamos de construir patria en toda nuestra querida Argentina, pero principalmente en la provincia de Buenos Aires, nos encontramos con muchas piedras en el camino.

Los industriales, sistemáticamente, navegamos las aguas de una economía conflictiva a extremos indescriptibles donde la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad son monedas de cambio diaria en nuestras transacciones.

Estos condimentos generan en el industrial nacional habilidades que podemos denominar “especiales”; algunos dicen que templa la resiliencia, otros en cambio han estructurado, en torno a estos conceptos, teorías rimbombantes como la denominada “entornos VICA o en ingles VUCA” (volátil, incierto, complejo y ambiguo):

Los entornos en cuestión se refieren a lo volátil, cambios rápidos impredecibles; inciertos, no sabemos que pasara mañana; complejos, imposibilidad de identificar fácilmente las causales de origen por la gran cantidad de variables; ambiguos,  los eventos son difíciles de interpretar de manera inequívoca, hay distorsión de la realidad. Nada parece ser claro y los eventos pasados no son enteramente aplicables para explicar los actuales.

Buenos Aires ha dejado de producir “sólo pasto”. Los industriales nos jactamos de tener una matriz multifacética, que abarca desde el sector agro industrial, energía, metal mecánica, eléctrica,  autopartes, automotores, fábricas de plástico, de resinas sintéticas, medicamentos, equipamiento hospitalario y establecimientos textiles, entre otras, empleamos a cerca de medio millón de personas y todos los días nos planteamos cómo incrementar la producción, riqueza y trabajo para este magnífico país.

Por todo esto, los industriales son personas que en su ADN han desarrollado, generación tras generación, habilidades que van más allá de lo esperable en cualquier otro país, destacándonos por:

  • Gran adaptación al cambio, visión clara y efectiva.
  • Ser empáticos con nuestros pares nos genera una red de información que disminuye la incertidumbre y la complejidad.
  • Somos ágiles y flexibles, de modo tal que tomamos acciones rápidas y eficaces.

La osadía, el ímpetu, el arrojo, la persistencia y la audacia son, sin dudas, características del genoma industrial. A pesar de todo, no podemos ni sabemos ser otra cosa;  es lo somos  y nos enorgullece.

 

(*) Presidente del departamento de Infraestructura y Parques Industriales de UIPBA, integrante de la Unión Industrial de Quilmes y director ejecutivo de Parque Industrial La Bernalesa y Valot SA.

Contacto: @leonardowagner.lw

 

 

Quilmes, Octubre de 2022