Por Leonardo Wagner (*)
Director Ejecutivo del Parque Industrial La Bernalesa
En estos días nos agobian las malas noticias. Leemos en los medios que: “ … El 64% de los 19 millones de trabajadores de la Argentina, unos 12,1 millones de personas, están en riesgo de perder sus empleos por las políticas para contener la expansión del coronavirus” (1). Y a quienes nos toca tomar decisiones de empleo en estos escenarios de crisis, nos vemos desbordados por la incertidumbre ocasionada por la falta de posibilidades para definir situaciones futuras tales como mantener la plantilla de nuestros colaboradores, sin ingresos suficientes y con varios años de recesión previos.
Entramos a la pandemia del COVID-19 con un profundo estado de “anemia” en nuestras Pymes, con los recursos “proteicos” agotados, en un marco donde el índice oficial de pobreza correspondiente al primer semestre de este año, se eleva al 35,4%, lo que equivale a 15,8 millones de argentinos sobre una población de casi 45 millones.
Si sumamos los datos de los párrafos que preceden obtenemos una combinación fatal: el COVID-19, la recesión crónica y el desempleo consecuente nos dejan poco margen para un sensato optimismo.
A esta altura, es totalmente justificado que la incertidumbre sobre lo que pasará en el futuro inmediato se vea invadida por el “el miedo”. Lo primero que nos sucede cuando sentimos miedo es que perdemos la capacidad de racionalizar una situación cualquiera y nos deja sin motivación para hacer cosas. Cuando las personas están atrapadas por el miedo, terminan haciendo exactamente lo contrario de lo que se debería hacer; funciona como una señal que interrumpe cualquier acción imprudente.
Lamentablemente en estos últimos 30 años me ha tocado intervenir directa o indirectamente en situaciones de emergencia económica que me han llevado a aprender, entre otras cosas, que en estos contextos no hay que tomar decisiones apresuradas.
En este sentido un importante relevamiento en 648 organizaciones efectuado por Health Solutions Latin America (para el prestigioso bróker internacional de seguros AON), destaca las respuestas que han tomado las empresas frente a esta crisis global:
1.Las compañías adoptaron rápidamente medidas para la preservación de la salud de sus empleados, trabajo remoto, medidas de higiene sanitarias que han morigerado la perdida de productividad.
2. Las industrias han mejorado la comunicación con sus empleados para bajar la incertidumbre informando las medidas tomadas en respuesta al COVID-19, incorporando a la alta dirección en la comunicación.
3. Las empresas han tomado una gran variedad de acciones para garantizar su funcionamiento, controlar la crisis y mitigar la exposición de los empleados al virus. En muy pocos casos tomaron acciones críticas como suspensión de actividades o suspensión de paga.
4. Es prematuro tomar decisiones sobre posibles cambios en la compensación.
5. La mitad de las empresas espera retomar la normalidad de las operaciones a partir de mayo mientras que una de cada cuatro tiene una perspectiva incierta.
En síntesis, a mayor crisis más cautela. Es preciso comunicar cómo impacta la situación desde el vértice superior de la organización, informando las acciones en curso para mitigar los efectos. En este sentido, claridad no es sinónimo de superficialidad; ser claro, concreto y riguroso en la comunicación no implica ser distante, todo lo contrario, nos conduce a ser todos participes de una solución común de la crisis.
Hay que sostener el concepto de que tanto esta crisis, como lo han sido otras, será sorteada y no habrá ganadores ni perdedores; todos vamos a dejar algo en el camino, pero alumbraremos una nueva realidad: en este caso un nuevo mercado con nuevas pautas de consumo, más pragmático. Es decir, entramos a una nueva era donde debemos dejar todo lo que conocemos para construir y reaprender en conjunto empresarios y colaboradores. Será la hora de armar nuestras estructuras disruptivas que abrirán la puerta a un nuevo concepto de trabajo.
Estamos transitando el futuro en plena revolución de la información y nos enfrentamos a cambios fundamentales en nuestra manera de vivir y de trabajar. Entre otros factores, el trabajo flexible e “inteligente”, la redefinición del equilibrio familia/trabajo y una nueva estrategia en cuanto a prácticas de gestión, marcarán el futuro del empleo. El COVID-19 no es el fin de algo, es el comienzo de una nueva empresa mas ágil y con mayor capacidad de generar riqueza.
Todos quienes transitamos una organización Pyme sabemos que nuestros colaboradores son los que determinan el éxito de la operación, quienes saben cómo obtener la mejor eficiencia de un proceso a pesar de las tecnologías, NO de vanguardia, y están a disposición de nuestros clientes externos para poder sostener la venta. Los emprendedores sabemos la medida del aporte de cada uno de nuestros colaboradores, los conocemos y nos conocen, vemos día a día su maduración y avance en la curva de aprendizaje, discutimos, ¿porque no hacerlo?, pero a ninguno de todos aquellos emprendedores, que por decenas he conversado por años, se desharía de un colaborador en estos momentos.
Definitivamente la recomendación de las autoridades nacionales de cuidar el empleo no es para nosotros, ya que lo venimos haciendo desde el inicio de nuestros proyectos.
Las Pymes en Argentina cuentan con un atributo sorprendente “la resiliencia”, concepto que tiene su origen en el campo de la Física, donde hace referencia a la capacidad de un cuerpo de recuperar su forma original después de un impacto o deformación.
La resiliencia está formada por dos factores: la capacidad de resistir ante la presión y la elaboración de comportamientos útiles y positivos, para actuar en situaciones límites y adaptarse. Es necesario comprender que esta característica no es una condición estática en las empresas, ya que varía dependiendo de las crisis o dificultades que se vayan presentando y las consecuencias que pueden generar en función de ellas. No cabe aclaración alguna sobre la exposición continua de crisis a la que son sometidas nuestras organizaciones.
Se trata, entonces, de la capacidad que tienen las personas, y las organizaciones, para superar los problemas que inexorablemente surgen a lo largo de la vida, e incluso salir reforzados de ellos. Y es la característica natural de nuestras Pymes: sobreponerse a toda crisis, y en esta ocasión también lo harán. Sencillamente, el pasado explica nuestro futuro, en este aspecto de superación.
(1) https://www.infobae.com/economia/2020/03/29/segun-un-informe-55-millones-de-personas-estan-en-muy-alto-riesgo-de-perder-su-trabajo-debido-a-las-medidas-para-combatir-al-coronavirus/ y www.lanacion.com.ar/opinion/coronavirus-sueldos-publicos-belgrano-san-martin-nuestros-nid2349087
(*)Leonardo Wagner es abogado, MBA, Director Ejecutivo PILB, Director Legal de Valot SA, Vicepresidente de la Unión Industrial de Quilmes, integrante de la UIPBA, asesor de empresas y emprendedor.
Quilmes, Abril de 2020