Por Leonardo Wagner (*)

Director Ejecutivo del Parque Industrial La Bernalesa

Para hacer frente al aislamiento social, el Gobierno, luego de sancionar la Emergencia Sanitaria, dictó la normativa para fomentar el trabajo a distancia. Muchas pymes todavía no han advertido la potencia que estos desarrollos tecnológicos imponen en la motivación de los trabajadores.

La gran mayoría de las pequeñas y medianas empresas no han podido poner en marcha esta opción, aún a más de un mes de haber comenzado la cuarentena. Esto genera estancamiento en la producción y fábricas paradas. Sin embargo, tenemos muchas oportunidades aún para poner en valor los recursos y la flexibilidad que ofrece esta tecnología y lograr el desafío del cambio desde lo cultural. Nuevamente la frase “toda crisis abre una oportunidad” es plenamente aplicable a esta situación, en donde las pymes se han visto sumergidas en la búsqueda de flexibilización del concepto de que sólo se trabaja en la oficina.

La mayoría de los empresarios a los que consulté sobre la tecnología que usan en el día a día en su empresa refieren que no cuentan con software de video, conferencia, ni gestión remota de trabajo; es decir, que prácticamente no aplican el trabajo a distancia ni herramientas de operación electrónica automática. ¿Cuál es el argumento? Que no son prioridad, que los costos resultan altos y que no alcanza la rentabilidad del negocio para la implementación de esta metodología. Para el empresario pyme, lo importante es pagar sueldos, impuestos y que lleguen sus productos al mercado. También está el mito de no tener control sobre los colaboradores: el miedo a pensar que perdemos el control a distancia, de lo que creemos controlar de forma presencial.

El camino de trabajar a distancia es en definitiva continuar trabajando juntos para aportar al desarrollo de la industria, de las pymes, del Estado, del progreso y de la economía. Estas nuevas actitudes están teniendo un efecto en las organizaciones, obligándolas a adoptar estos cambios; hoy acelerados por la urgencia. Sería beneficioso, y un gran incentivo, que el Gobierno acompañe con reducción de carga fiscal a todos las pymes que apliquen esta forma de empleo.

Estadísticamente se estima que la generación Y (nacidos entre 1981 y 1993) representa el 50% de la población activa, pero en cinco años ese porcentaje ascenderá al 75%. Será una generación de trabajadores versados en tecnologías y a los que no les importará vivir más tiempo en casa mientras buscan una empresa para la que realmente quieran trabajar. Entonces, el paradigma de las compañías será cambiar la mentalidad de crear un entorno en donde la gente necesite trabajar, a uno en el que la gente quiera trabajar.

Cómo implementamos el Teletrabajo desde Parque Industrial La Bernalesa

En el Parque Industrial La Bernalesa, el COVID-19 nos obligó contra reloj a poner en marcha el teletrabajo. A la semana de decretarse la cuarentena, el 60% de nuestros colaboradores comenzaron a trabajar desde su hogares. Si bien nuestra actividad estaba eximida, se decidió sólo conservar empleos presenciales estrictamente necesarios. Armamos parámetros de reportes, desarrollamos controles nuevos y cada supervisor modificó la forma de control y de asistencia de sus trabajadores.

El resultado fue asombroso. El nivel de compromiso se vio incrementado, al igual que la productividad. El costo de la implementación fue mínimo y el rechazo al cambio, nulo. De no haber existido esta oportunidad, el cambio seguramente hubiese sido mucho más lento.

Por ello estamos evaluando la implementación de profundas modificaciones en los procesos entendiendo que habrá una mejora de la productividad de todos aquellos trabajadores que puedan llevar adelante estas nuevas prácticas.

(*)Leonardo Wagner es abogado, MBA, Director Ejecutivo PILB, director Legal de Valot SA, vicepresidente de la Unión Industrial de Quilmes, integrante UIPBA, asesor de empresas y emprendedor.

Quilmes, Abril de 2020